RONCERO y RONCEAR, origen incierto, el significado antiguo fué ‘hipócrita, engañoso, halagador’; probablemente derivados del antiguo ronce ‘halago engañoso’, y éste del ár. ramz (también rumz) ‘guiño’, ‘expresión figurada, alegoría’.

1.ª doc.: roncería, 1399; ronçero, en varios textos del S. XV; roncear ya una vez en este siglo.

En la traducción de la Confesión del Amante de John Gower, escrita en 1399, se lee «Apolo... a las vezes usava de rroncería, fasiéndose adevinador de las cosas que avían de acontesçer; así que con sus sotilesas engañava de tal manera las gentes que do quier que llegava, fallava buen gasajado» (p. 232), traduciendo falshede ‘falsedad, engaño’ del original inglés (ed. Pauli II, 158). Algo más tarde ronçero y ronçería significan ‘halagador’, ‘halago’, a veces claramente con el matiz de ‘halago engañoso’. Nebr. traduce aquél por «blandus» y éste por «blandiciae»; en Fr. Íñigo de Mendoza, h. 1480, leemos «haziendo guerra al ronçero, / con ronçe muy verdadero / de nuestra virgen María» (cita de NBAE XIX, 8, en Cej.) ―donde al parecer conserva ronce el sentido etimológico de ‘alegoría’― y más allá, en el mismo texto, aparece ya el verbo ronçear, con el sentido bien claro de ‘halagar engañosamente’: «ronçeando a la muger, / un ángel de los caýdos / nos hizo a todos caher».

Esta acepción aparece repetidamente y en la forma más clara en el Spill del valenciano Jaume Roig, hacia 1460: «aquella nit / l’espitalera, / falsa roncera, / ella y sa mossa percint e bossa, / fins al cotó / del meu gipó / me scorcollaren: / puys no hi trobaren / un diner sols» (v. 926), «dix la roncera / de la tornera / (volenter pica): / ―En casa rica / ha-hi què partir, / al monestir / dau-nos sovent» (v. 6255), «altres ronceres / e regateres, / revenedores, / enganadores / de venedors / e compradors en pes e preu, / may lo llur peu / entra·n l’esgleya...» (v. 7519).

Todavía es éste el sentido que conserva Mateo Alemán en el Guzmán de Alfarache: «no son aquí menester tantos enredos, engañándonos con libros, no hay para qué roncear; en el que se asentaron las partidas no es tan grande» (Cl. C. IV, 66). Y así oscilando entre el predominio de la idea de ‘engaño’ y la de ‘halago inocente’ va el vocablo hasta princ. S. XVII: «la hostigase como a engañadora y no la oyese sus roncerías» Juan de Pineda (h. 1580), «con rostro de mujer halagüeño, por las roncerías y mañas que tienen para engañar» Fr. D. de la Vega (princ. S. XVII), «escribió una carta llena de halagos y roncerías» Gonzalo de Illescas (fin S. XVI), y otros que pueden verse en Cej. VI, 276-7; otras veces el matiz de halago es más inocente: «ruega y aun roncea a su moza le peine un rato» Ant. de Guevara, «tiene necesidad de pedir a otros, y para impetrar ha menester roncearles y hacerles arengas» Juan de Pineda. Todavía Aut. reconoce estas acs., hoy anticuadas: roncear «halagar con instancia, con acciones y palabras, para lograr algún fin», roncero «el que usa de acciones o expressiones halagüeñas y cariñosas para conseguir su intento».

El sentido moderno de roncero «tardo y perezoso en lo que se le manda executar» es más tardío (lejos de ser el básico, como cree Aut.). En los Refranes que dizen las Viejas, med. S. XV, parece haber algo de esto, pero bien mirado ignoramos lo que se entendía primero en el refrán «a moço alcuzero, amo ronçero» (RH XXV, 145, n.º 11); sólo nos consta la interpretación posterior, como la que da Seb. de Horozco, a principios de la segunda mitad del S. XVI, pero ésta sólo compromete a su autor: «A mozo alcucero, amo roncero: / Menester es roncear / con mozo que mucho pida, / y una vez disimular / y otra cumplir con parlar» (BRAE III, 123; ¿por alcuzero parece entenderse el que gasta mucho aceite?); pero en realidad el amo roncero del S. XV puede ser el mismo a que alude el refrán del Mtro. Correas, donde los términos aparecen ya invertidos «a señor artero, servidor roncero» (p. 8). El sentido moderno de roncear «entretener, dilatar o retardar la execución de alguna cosa por hacerla de mala gana» gana terreno en la segunda mitad del S. XVI, es la que se encuentra en Cervantes y en la Pícara Justina (si hemos de creer a Fcha.), y en todo caso es ya la única que conoce Covarr.1. Su explicación desde la idea de ‘engaño’, ‘hipocresía’, que veíamos tan clara en Jaume Roig, es muy fácil de comprender: el roncero finge que va a hacer una cosa, pero va dando largas al asunto disimuladamente. Pero la ac. medieval se conserva hasta hoy, con notable fidelidad, en América2.

La etimología de roncear y roncero presenta un problema de apariencia muy oscura y complicada. Si queremos explicar conjuntamente todos los representantes romances de la raíz ronz-, seguramente no llegaremos a ningún resultado, pues ahí deberemos incluir los dos verbos castellanos ronzar, el it. ronzare ‘zumbar’, el cat. arronçar ‘encoger’, el oc. ronsar ‘lanzar’, voces de sentido muy heterogéneo entre sí y muy diferente del de roncear. Desde antiguo parece haber reinado el prejuicio de relacionar con el it. ronżare, pronunciado con z sonora, y ya por esto alejado de roncear y roncero, que según nos muestran las grafías medievales tenían ç sorda. Pero Covarr., buen conocedor del italiano, se lo arregla así: «roncear es de siervos floxos malmandados y holgaçanes, que mandándoles hazer una cosa se van entreteniendo por no hazerla, y musitando, y del sonido que haze el mal contento, se llamó roncear; ronzero y rozongero». A esta idea se atienen esencialmente M-L. (REW 7372) y Spitzer (ZRPh. XLIV, 198-9).

Pero el roncero no es un rezongador3; al contrario, procura llamar la atención lo menos posible y ganar tiempo. Por vía onomatopéyica sería muy difícil explicar el sentido antiguo de ‘halagador’, ‘hipócrita’, ‘engañoso’. Viene muy naturalmente la sospecha de que ahí debe haber algo diferente del it. ronżare y del oc. ronsar; pero tratándose de una voz estrictamente iberorromance y favorecida por el valenciano Jaume Roig, y tratándose de una raíz trilítera, es imposible no pensar en el árabe. Tanto más cuanto que hay un sustantivo ronce, en el que nadie se fijó, pero que a juzgar por su antigüedad y por su significado, más bien parece constituir la cabeza de familia, que un brote tardío de la misma: la pobre Areusa engañada, en la Celestina, exclama: «vete de mi casa, rufián, vellaco, mentiroso, burlador, que me traes engañada, bova, con tus offertas vanas: con tus ronces e halagos hasme robado quanto tengo» (xvi, ed. Cl. C. II, 142.5); Fr. Íñigo de Mendoza ya una docena de años antes empleaba el vocablo en el ej. arriba citado, y en este otro «que su ronce, más que lanza, / sin dubdanza, / fuerza al rey / por manera / que consienta cuanto quiera»; Oudin «ronces: flatteries, plaisans attraits»; bajo el cat. popular fer el ronsa ‘roncear, hacerse el desentendido’ podemos adivinar también, algo disfrazado, el ronce del cast. antiguo. Murc. hacer la ronza ‘halagar para lograr un fin’ (G. Soriano). Está claro que roncero, roncería y roncear son derivados de este ronce primitivo.

Ahora bien, hay una voz árabe ramz, también vocalizada rumz, que Freytag define «subtile signum; aenigma; in arte rhetorica: quod aliquis modo occulto indicat quasi nutu rem propinquam». Es palabra muy antigua, perteneciente a la lengua coránica con el sentido de ‘guiño’ («wink, zunicken» Dieterici), y correspondiente al verbo rámaz ‘guiñar el ojo’ y al sustantivo derivado mármaz ‘enigma, adivinanza’ (así en el Hombre y la Bestia, escrito en el Iraq en el S. X); pero también es palabra viva en la actualidad, como nos muestran léxicos modernos basados en el habla de Siria («guiñada, guiño, señal que se hace con el ojo cerrándole un poco», Cañes), de Egipto («allégorie», «figure allégorique, devise accompagnée de paroles, pour exprimer une pensée, un sentiment», «emblème», «allusion», Bocthor), de África («geste, signe» Hélot, «chiffre» Humbert), de Argelia («allusion, allégorie» Beaussier, ahí como voz literaria); sobre todo nos consta que era corriente en el Andalús, puesto que R. Martí lo recoge repetidamente en el sentido de «allegoria» (pp. 108, 236, 440), y como nombre de acción correspondiente al verbo rámaz «innuere manu vel capite» (p. 440), y PAlc. lo traduce «estilo de dezir por figura».

Ahora bien, donde el moro o el morisco veían por alegoría o una parábola coránica, o en general un palabreo más o menos florido para hacerse comprender indirectamente, el cristiano no quiso ver más que duplicidad oriental, el engaño, el halago, la hipocresía: el rumz se convirtió en ronce, y tanto más fácilmente cuanto que ya la base semítica prestaba asidero a esta interpretación malévola al extenderse a la idea de ‘guiño’ y de ‘hablar en cifra’. El trasfondo árabe de ronce y roncería nos lo muestra flagrante Jaume Roig al emparejar esta palabra nada menos que con la súnna del Corán, bajo la idea común de ‘hipocresía’: «[de las mujeres] tota lur çuna, / ley, art, e manya, / pràctica stranya, / hipocresia / e ronceria / te vull mostrar» (v. 7690). Me guardaré de callar que la vocalización mejor atestiguada en árabe es ramz (Freytag, Dieterici, Cañes, R. Martí, PAlc.), al paso que rumz sólo está en Belot, y citado por Freytag del Fairuzabadí (fin S. XIV), pero con otra ac.; sin embargo, no olvidemos que el hablante arábigo y aun el lexicógrafo prestan poca atención a la vocal, tantas veces fluctuante en árabe y de todos modos indiferente para la mutua inteligencia; por lo demás la influencia velarizadora del r hacía que los cristianos oyeran muchas veces como o la â arábiga: Marruecos-Marrocos < Marrâkiš, eixarop-jarope < šarâb ‘jarabe’, port. saloio < ɊaɅȐ y demás ejs. reunidos por Steiger, Contrib. pp. 307-14; y esto mismo ocurría con la vocal breve a, aunque Steiger no trata de las vocales breves en su libro, pero los ejs. pueden citarse en buen número: cat. aladroc < Ȑazráq, monot, sicló4, port. marafona, cast. RONZAL, ALBUÉRBOLA (albórbola), ALMODROTE, HOQUE. Luego aun partiendo de ramz llegamos fácilmente a romz5.

No estoy tan seguro de que el cat. arronçar ‘encoger’ («disminuir per contracció el volum d’una cosa, esp. el cos o algun dels seus membres», Fabra) venga de esta palabra arábiga, y prefiero reservar este problema para un estudio más detenido en mi DECat., pero desde luego quiero expresar la fuerte sospecha que asalta al conocedor del ár. rumz ‘guiño’, «innuere manu vel capite», cuando nota que los ejs. medievales de arronçar se refieren casi siempre a la nariz, o al menos a otras partes de la cabeza: «Lo rey, oÿda la supplicatió e resposta feta per los consellés, començà fortment arronçar lo nas e metre lo peu en lo strep» (1.ª mitad S. XV, Fi del Comte d’Urgell, N. Cl., 62), «si yo hagués volguda Laquesis per muller, ja serie fet molts dies ha passats, e per ventura no m’haguéran ací ronçat lo nas» (h. 1450, Curial, N. Cl. II, 279), «arrunçà·l nas / cabotejant, / e morrejant, / ab gran menyspreu / donà hi del peu, / vestir no u vol, / diu que du dol...» (Jaume Roig, v. 1974), «fa·ls nervis ronçar» (princ. S. XV o fin del XIV, A. Pagès, J. P. i A. Marc, p. 43.84), «arrunçar les celles» (que el valenciano Sanelo cita de un antiguo texto de Beltran), «arrunsar els muscles» (‘los hombros’, Martí Gadea, Tèrra del I, 227, 289), etc.6. Sea como quiera, del catalán debió de tomarse el término náutico cast. arronzar ‘levar el ancla’ (propiamente ‘encoger’): «es quando la nao se leva y suben la áncora a las mesas de guarnición» (G. de Palacio, a. 1587, confirmado por los vocabularios náuticos de 1600, 1614, 1673, Aut. y Jal, «arronçamiento: sbarbamento, sveglimento» Franciosini), voz náutica cuya procedencia catalana se revela por ser ajena al fr. y al port.; otra vez tenemos que partir de la idea de ‘encogerse’ en la otra ac. náutica de arronzar o ir a la ronza «ir el buque de través o navegar de costado, o tener un grande abatimiento por cualquier causa» [dicc. náutico de 1831], y de ahí se pasó a ronzar «arrastrar sobre un plano una cosa alargada, empujándola en sentido perpendicular a su longitud» como término de marina aplicado al movimiento de las piezas de artillería de a bordo, voz que del cast. (¿o directamente del cat.?) pasó al fr. roncer, reciente, inexplicado y sólo recogido por Littré7.

Finalmente queda el castellano ronzar «mascar las cosas duras, quebrantándolas con algún ruido», sólo documentado desde Autoridades y palabra poco conocida en general. Esto ya no tendrá que ver con roncear: puede dudarse entre ver ahí una evolución del sentido de roznar ‘rebuznar’, aplicado tan certera como humorísticamente al mal educado que come con gran ruido8, y con la trasposición zn > nz9, o bien una creación onomatopéyica afín al it. ronzare10; también cabría, en vista del and. ronchar, admitir un préstamo del fr. ronger ‘roer’ (así G. de Diego, RFE IX, 115); de todos modos es imposible en castellano la violenta síncopa que supondría el étimo *RONCHIZARE ideado por G. de Diego (RFE IX, 115)11.

DERIV.

Ronce [S. XV; todavía familiar según la Acad., comp. el cat. fer el ronsa, arriba citado]: es el primitivo y no un derivado (V. arriba). Roncería (V. arriba). Para ronzar, arronzar y ronza, V. arriba. Para cespedos. ronchón, vid. RFE XV, 269.

1 Pero no Oudin: «ronçar o roncear: flatter, caresser, amadouer», «ronceador o roncero: flatteur», «roncería: flatterie, caresse». A la moderna quizá aluda Pedro Espinosa (1625) al clasificar la frase anda ronceando entre las vulgares (Obras, p. 196, lín. 6), aunque no da definición.―

2 «Yo tuve una palomita / ajena en mi palomar / ... / hacía como dos semanas / que un cazador la ronciaba / y siempre la acariciaba / como haciéndole el amor; / le decía: palomita, / ... / por qué no vienes a casa? / Yo te he de tratar mejor» Draghi, Canc. Cuyano, 245a. Malaret traduce, no sabemos si con mucha fidelidad: «atisbar cautelosamente» para la Arg., Ecuador y Urug., «rondar, dar vueltas alrededor de una cosa» en Colombia, «espiar» en Guatemala y Méjico, «voltear, ronzar, hamaquear» en Arg., Chile y Méjico. Sin detenerme en ir a las fuentes y hacer la crítica de estas definiciones, evidentemente deformadas, al menos en parte, en obsequio a la ac. corriente en la lengua literaria moderna, de todos modos está claro por el pasaje citado que en Cuyo se conserva el sentido de ‘halagar engañosamente’.―

3 El gall. rosmar ‘regañar, mascullar, refunfuñar’ (Álvarez Giménez) es inseguro que tenga que ver con roncear, aunque podría tratarse de éste en un sentido secundario. En la trasposición sm del mz etimológico, no habría dificultad. Mas puede ser onomatopeya u otra voz independiente.―

4 BDC XXIV, 27, 39, 50.―

5 La ç sorda de ronce y roncero no debe, desde luego, darnos escrúpulo, pues las sonoras arábigas se ensordecían siempre en España cuando se encontraban en final de palabra: PAlc. transcribe nuestro vocablo ramç, plural rumúç.―

6 Para la relación con el oc. ant. ronsar, téngase en cuenta que hoy en el alto-aragonés de Echo arronzar lo ganao, es ‘recoger, reunir el ganado’, arronzarse «reunirse, correr a tal punto» (ZRPh. LV, 601, 632, 634), lo cual recuerda notablemente el se ronsar ‘retirarse’ o ‘juntarse’, hablando de tropas, que aparece repetidamente en Guilhem de la Barra (Levy). ¿Vendrá todo esto de la idea de ‘encoger’? Es muy posible. Pero quizá habría que separar entonces el oc. ant. y prov. mod. ronsar ‘lanzar’, ‘precipitar’, cuya parentela lorenesa señaló Wartburg por la pluma de M-L. (ZFSL XLVI, 227-8; XLIV, i, 108): éste será otro vocablo, sin relación con el árabe; como base del mismo, una vez rechazado el gótico por el propio M-L., tampoco satisface el derivado de RUMEX ‘venablo’ que proponía Diez, y M-L. prefirió más tarde, pues entonces tendríamos ciertamente sonora *ronzar en lengua de Oc; quizá se trate de la onomatopeya representada en forma algo distinta por el it. ronzare ‘zumbar’, de donde ‘lanzar zumbando’, comp. el hisp.-am. zumbar ‘arrojar, echar fuera’ (Juan zumbó la mesa por la ventana, zumbarle el mango a una persona), ‘largarse, desaparecer’, ‘tirarse, abalanzarse’ (Mal.). En cuanto al arronçar catalán, si el archihipotético AR-RE-UNC-E-ARE de Parodi era indefendible, tampoco se puede creer en un derivado del a. alem. ant. runza ‘arruga’ (< *HRUNKէTAl>): ¿una voz dialectal del alto-alemán, con segunda Lautverschiebung, en Cataluña? Y el gót. *HRUNKJAN ‘arrugar’ postulado por Gamillscheg (R. G. I, p. 379) es muy poco convincente para quien sabe cuán mal atestiguado está este verbo en germánico (V. aquí FRUNCIR).―

7 Como término náutico no es extraño que el vocablo se haya generalizado en el uso asturiano y americano: ast. ronsar (con seseo catalán) «arrastrar una cosa de mucho peso empujándola alternativamente de uno y otro lado»; arronzar (Colunga), ronzar (Villaviciosa) ‘limpiar el grano en la era con un cedazo’, ‘coser o ribetear la ropa desgastada por los bordes’ (V); «nuestra aproximación... hace que los artilleros disparen... tomamos las piezas y las ronzamos contra la caballería enemiga», carta del general Luis M. Campos (a. 1867) sobre el combate de San Ignacio (arg.), citada por E. F. Sánchez Zinny, La Nación, 4-V-1941.―

8 Para el origen V. REBUZNAR; para ejs., muy frecuentes en el Siglo de Oro, Cej. V, 495-6.―

9 Como en vinzedades VICINITATES, M. P., D. L., n.º 204; es el caso opuesto al muy frecuente de gozne < gonce, brizna < brinza, cisme < CIMICEM, lesma < LIMACEM.―

10 A lo cual me inclinan las variantes gall. rosmar ‘refunfuñar, mascullar palabras’, ‘regañar’ (BRAE XIV, 132), Castelao, 185: «a muller enruga o nariz e rosma polo baixo»; and. ronchar ‘ronzar, mascar’ (no pueen ronchar los garbancejos, Ganivet, RH XLIX, 579).―

11 No creo que con el ronzar náutico ni con roncear tenga que ver el hápax del Cid, ir en aruenço, a pesar de la explicación de M. P. (pp. 482-3), ingeniosa por cierto, pero forzada semánticamente: los moros que se ahogan al pasar el río no pueden roncear -¡los pobres!-; el sentido, a juzgar por el contexto, ha de ser ‘ir en desorden’, ‘a sálvese quien pueda’. No sé de dónde viene esto; no del árabe en vista del ue; ni siquiera sabemos si hay que leer así o arvenço, y lo más probable es que tengamos ahí una voz rara que Per Abad deformó y dejó ininteligible. Una comparación con arvanços que sobrenadan (la conocida variante de GARBANZO) no convence, por razones sintácticas, aunque no sería más forzada en lo semántico que la que generalmente se acepta.